Sam Pezzo. Un detective, una ciudad. Vittorio Ciardino

A lo Hammett

Una cartera robada que contiene un kilo de heroína, un amigo que te despierta en la madrugada y al que acabas encontrando asesinado o un robo en unos grandes almacenes que al evitarlo lleva hacia una trama mucho más grande… Así son los inicios de algunos de los casos del detective privado Sam Pezzo, que se mueve por una ciudad italiana sin nombre, entre finales de los convulsos años setenta y primeros ochenta. 
Con Hammett y Chandler como referentes literarios principales, los filmes noir del Hollywood clásico como referentes estéticos y la realidad urbana de finales de los setenta italianos como campo de juego, Vittorio Giardino (Bolonia, 1946), un ingeniero electrónico que había publicado solo un puñado de historias cortas hasta ese momento, da forma a su primer trabajo plenamente profesional. Para ello crea al personaje de Sam Pezzo, una representación icónica del detective cinematográfico que inmortalizó Bogart: gabardina, corbata, sombrero y un calibre 38 a juego con una lengua afilada, su desencanto vital y una dureza epidérmica que esconde un espíritu de caballero andante. Pero si en la forma del detective copia casi al pie de la letra el arquetipo, es en el entorno donde se distingue de otras series.

inmigración, redes en la sombra…
Siguiendo la máxima de «escribe de lo que conoces», Giardino cuenta historias apegadas a la realidad de la Italia del momento. La inmigración y las redes que la mueven en la sombra, el mundo de los negocios y sus relaciones con el lumpen, que tan pronto te vigilan la obra o te ayudan a reventar una huelga como te abren la posibilidad de una financiación alternativa a través de la heroína, o la política prolongada a través del terrorismo de estado, se combinan con tramas más clásicas como la extorsión o el amaño de carreras. En una época marcada por el ascenso de la banda della Comasina en la cercana zona de Milán, con la oleada de terrorismo y todas las convulsiones sociales y económicas que se vivían en la época del llamado «compromiso histórico» a Giardino no le hacía falta más que salir a la calle para inspirarse y eso hizo, tomando su personaje partido hacia la justicia más que hacia la ley y mostrando simpatía hacia los «proletarios» del mundo del crimen, aparte de exponiendo otras consideraciones sobre dicho momento histórico de manera más sutil (por ejemplo, en la historia Night Fire, ya hacia el final, se puede ver una pintada haciendo alusión al caso Tortora) y sin necesidad de caer en tópicos (la mafia en ningún momento es mencionada, de hecho ni siquiera es sugerida). 

Aparte de la temática, otra cosa que distinguía esta serie de otras contemporáneas, como el seminal Alack Sinner de Muñoz y Sampayo por poner un ejemplo, es que la ciudad sin nombre no es una copia de Nueva York o Los Ángeles sino una Bolonia reconocible, en la que la atención al detalle que ya desde el principio caracteriza a Giardino nos hace saber en qué estrato social se mueven los personajes no ya por la ropa o la decoración de las casas sino por el ambiente de los barrios y por el paisanaje que pasea por los mismos.
A lo largo de la serie, que se publica entre 1979 y 1983 en las revistas Il Mago primero y, tras el cierre de Esta, en Orient Express, Giardino evoluciona constantemente tanto a nivel gráfico como literario. Literariamente, tras unas primeras historias donde la trama más que compleja es enrevesada, se empieza a notar una evolución hacia historias más orgánicas en las que los personajes ya han dejado atrás el arquetipo y que más que reaccionar por imperativo de la trama impulsan la misma con sus reacciones. Además, se prueban y descartan continuamente elementos con los que desarrollar la historia y el ambiente, todo vale: música ambiente, utilizar a la concurrencia a la manera del coro griego (generalmente para contrastar con la moral de Pezzo), uso de narrador omnisciente en cuadros de diálogo, aumentar o rebajar la verborrea de los personajes, uso de periódicos para dar información complementaria, el humor, el silencio… 
Paralelamente, la faceta gráfica también evoluciona desde unos inicios narrativamente funcionales y un tanto caóticos a la hora de ordenar la página (donde los personajes son un tanto rígidos y están como aplanados contra los fondos) hasta una estructura de tres o cuatro tiras por página que distribuirán una cantidad variable de entre seis y nueve viñetas, narrando la historia con continuos y medidos movimientos de cámara que llevan al lector de una manera ordenada a través de la historia. Sin embargo, ya desde un principio llama la atención cómo Giardino mueve a los personajes por espacios tridimensionales perfectamente planificados, que añaden veracidad a toda la escena, así como el cuidado empleado en las diferentes texturas y arrugas de las ropas. La tendencia a la caricaturización también disminuye a medida que las proporciones de las figuras se hacen más armónicas y que aprende a dar volumen a los personajes, avanzando pareja al uso de las sombras; llegando todos los elementos a eclosionar en la historia en tres partes Shit City, donde Giardino ya es casi el dibujante que ahora conocemos. 
Curiosamente ese decantamiento se realizó, al contrario que en otros artistas, no a través de la reducción de trabajo sino que Giardino publica Shit City y Night Fire cuando está ya embarcado en la narración de historias cortas de diversa temática que configurarán su serie Vacaciones Fatales o Little Ego, su particular homenaje a Winsor McCay, y cuando ya ha publicado su primera historia larga del espía Max Fridman (toda esta actividad paralela usando color, al contrario que en Sam Pezzo, que se desarrolla exclusivamente en un canónico blanco y negro sin grises). 
La presente edición de Norma editorial sigue a rajatabla la que hizo la editorial italiana Rizzoli Lizard a finales de 2016, siendo superior en tamaño a la anterior edición del mismo material que Norma editorial publicó en 2006, y se complementa con diversos artículos realizados por Francesco Guccini, Loriano Macchiavelli o con la despedida del personaje que redactó el propio Giardino, faltándole solo para ser la edición definitiva que incluyera la historia de dos páginas Sam Pezzo e il caso Rashid, incluida el domingo 16 de octubre de 2016 en el suplemento literario de Il Corriere della Sera, en la que se denunciaba las deportaciones de refugiados políticos en Italia.
Ya sea por afinidad al género, por ser seguidor de Vittorio Giardino o para ver en primera persona la evolución de uno de los artistas más interesantes del fumetto, Norma editorial nos ha brindado una nueva y mejorada oportunidad de disfrutar de las historias en que se forjó el estilo del maestro de Bolonia
Norma, 2018
Compra en Casa del Libro
Miguel Ángel Vega Calle

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